La acción de Palantir, otrora considerada imbatible en la carrera bursátil de la inteligencia artificial, enfrenta un cambio de rumbo que ha encendido las alarmas. Un crecimiento operativo espectacular choca ahora con una fuga masiva de los propios directivos y apuestas millonarias en su contra. El mercado se pregunta si este retroceso es una oportunidad de compra o el preludio de una corrección más profunda.
La sombra de los vendedores internos
Uno de los factores que más inquietud genera entre los accionistas es el comportamiento del propio equipo directivo. En un movimiento que muchos interpretan como señal de alarma, los insiders de Palantir han liquidado participaciones por un valor cercano a los 190 millones de dólares en los últimos tres meses. El ejemplo más llamativo lo dio el consejero delegado, Alexander Karp, quien realizó ventas por 66 millones de dólares.
Esta desconexión entre el discurso oficial de optimismo y la decisión de monetizar las acciones en un momento álgido suele ser un indicador clave para los analistas. La confianza parece resquebrajarse desde dentro en el mismo instante en que los inversores minoristas se aferran al relato del crecimiento imparable.
La apuesta en contra de un gigante del 'crash'
La tensión en el mercado se ha visto exacerbada por la entrada de un jugador de renombre en el lado bajista. Michael Burry, el inversor legendario tras la película The Big Short por anticipar la crisis de las hipotecas subprime, ha tomado una posición contraria a Palantir. A través de su firma, Scion Asset Management, ha adquirido opciones de venta (puts) que equivalen a una apuesta contra cinco millones de acciones.
Que una figura de su talla y credibilidad espere una caída pronunciada del valor inyecta una dosis extra de volatilidad y escepticismo. Su movimiento pone el foco en la principal debilidad del título: una valoración desmesurada.
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Cifras sólidas frente a una valoración estratosférica
Paradójicamente, los fundamentales del negocio siguen exhibiendo una salud envidiable. La compañía reporta un incremento de sus ingresos superior al 60%, con un crecimiento que se duplica en el estratégico mercado estadounidense. La demanda por sus plataformas de análisis basadas en IA parece insaciable.
El problema radica en el precio que el mercado está dispuesto a pagar por ese crecimiento futuro. La cotización se sitúa en un múltiplo de 375 veces los beneficios esperados, una ratio que muchos consideran insostenible y alejada de cualquier parámetro racional, incluso para un sector de alto crecimiento. Este divorcio entre los resultados presentes y la valoración es el núcleo de la actual corrección.
El factor político: una posible tabla de salvación
Los argumentos alcistas no han desaparecido por completo. Un rayo de esperanza para los bulls proviene del ámbito político. Con la posibilidad de una nueva administración Trump, Palantir podría encontrar un aliado formidable en Washington. El nombramiento de David Sacks, una figura cercana a la empresa, como supuesto "zar de la IA" en la Casa Blanca, abre la puerta a contratos gubernamentales multimillonarios.
No obstante, esta expectativa choca con la realidad técnica del gráfico. La acción, que cotiza actualmente a 144,28 EUR, ha perdido aproximadamente un 20% desde el máximo que marcó hace apenas unos meses, en noviembre, lo que confirma la presión vendedora.
Conclusión: un pulso en el abismo
Palantir se encuentra en una encrucijada crítica. De un lado, la fuerza bruta de sus números operativos y el viento de cola político; del otro, el lastre de una valoración extrema y la desconfianza de sus propios directivos e inversores ilustres. El mercado está realizando un ajuste de cuentas, decidiendo si el potencial de la inteligencia artificial justifica semejante prima o si, por el contrario, la necesaria corrección acaba de comenzar.
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