Las operaciones de Vale en el sector del níquel están batiendo récords de producción, pero un análisis detallado de los informes de los analistas revela serias preocupaciones sobre el futuro del gigante minero. Aunque la empresa mantiene una expansión agresiva, su ritmo de crecimiento podría decepcionar a los inversores más exigentes.

Resultados clave pendientes del 23 de octubre
La próxima prueba de fuego para Vale llegará el 23 de octubre, cuando se publiquen los resultados trimestrales. La expectativa de un beneficio por acción de 0,44 dólares servirá como termómetro para medir si los éxitos operativos se están traduciendo efectivamente a la línea de resultados. Los inversores esperan ansiosos estos datos para determinar si la expansión operativa está dando sus frutos o si, por el contrario, se confirmarán las pesimistas previsiones de crecimiento que manejan los analistas.
Expansión estratégica en metales base
En el frente del níquel, Vale Base Metals ha logrado un hito significativo al incrementar en un 60% la capacidad productiva de su planta Onça Puma, ubicada en el estado brasileño de Pará. La puesta en marcha de un segundo horno ha aportado 15.000 toneladas adicionales de capacidad anual, elevando el total de la instalación a 40.000 toneladas. Un aspecto especialmente destacable es que este proyecto de 480 millones de dólares se completó con un coste inferior al presupuestado, que originalmente ascendía a 555 millones.
La compañía mantiene sus previsiones a pesar del actual entorno de precios deprimidos para el níquel, causado principalmente por el exceso de producción procedente de Indonesia. Vale confía en alcanzar entre 160.000 y 175.000 toneladas de níquel en 2025, con un objetivo aún más ambicioso de 210.000-250.000 toneladas para 2030.
Estrategia complementaria en cobre
Paralelamente al negocio del níquel, Vale está ejecutando una estrategia bien definida para el cobre. Bajo el liderazgo del CEO Maarten van Kerkhof, la empresa está impulsando proyectos internos en la región del Amazonas con el objetivo de duplicar la producción actual de 350.000 toneladas para 2035. La compañía está optando por un crecimiento orgánico en lugar de recurrir a costosas adquisiciones.
Esta aproximación estratégica ha permitido reducir los gastos de capital previstos para 2025 a un rango entre 5.400 y 5.700 millones de dólares. Esta disminución responde a mejoras en la eficiencia operativa y no a la cancelación de proyectos de inversión.
La preocupante brecha de crecimiento
Tras estos avances operativos se esconde un problema fundamental que preocupa a los analistas. A primera vista, el ratio precio-beneficio de 8,6 podría parecer atractivo, especialmente al situarse cerca del promedio del mercado brasileño que se establece en 9. Sin embargo, las proyecciones para Vale anticipan un crecimiento anual del beneficio por acción de solo el 8,8%, cifra muy por debajo del 17% que se espera para el resto del mercado.
Estas modestas expectativas de crecimiento llegan después de un pronunciado descenso: el beneficio por acción de la compañía se redujo en un 40% el año pasado, acumulando una caída del 68% en el último trienio. Esta trayectoria plantea serias dudas sobre si el actual ratio P/E refleja fielmente la realidad o si, por el contrario, el mercado no ha incorporado completamente en el precio las más débiles perspectivas de crecimiento de Vale.
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