La acción de Kraft Heinz no encuentra un suelo firme. La presión vendedora persiste, incluso ante la inminente llegada de un nuevo director ejecutivo y ambiciosos planes de reestructuración. Lo más preocupante es el origen de las ventas: no solo los grandes fondos institucionales están reduciendo posiciones de forma masiva, sino que también los propios directivos están enviando señales que encienden las alarmas entre los accionistas.

Un panorama técnico y fundamental sombrío
El gráfico de la compañía alimentaria es un reflejo claro del pesimismo reinante. Con una caída superior al 31% desde enero, el valor cotiza cerca de sus mínimos anuales. Aunque el indicador RSI, situado en 27,6, sugiere una condición de sobreventa técnica, las preocupaciones fundamentales relacionadas con la inflación y la amenaza de nuevos aranceles pesan más. Un pequeño consuelo para los tenedores actuales es el próximo pago de un dividendo trimestral de 0,40 dólares por acción, con fecha de cobro el 26 de diciembre.
El consenso analítico tampoco ayuda. La mayoría de las firmas de análisis mantienen recomendaciones de "reducir" o equivalentes, arrastradas por el recorte en las previsiones de crecimiento orgánico y del resultado operativo ajustado que la empresa comunicó en octubre. El año termina con expectativas frustradas y la mirada puesta en 2025.
Deserciones institucionales y de insiders
La desconfianza se materializa en movimientos de capital concretos. Documentos regulatorios de este martes revelan que el fondo Texas Permanent School Fund ha reducido drásticamente su participación en Kraft Heinz en aproximadamente un 52%. Esta institución vendió más de 66.000 títulos, una muestra del éxodo de capital institucional.
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Sin embargo, la operación que más ha resonado en el mercado proviene de la cúpula directiva. Miguel Patricio, ex director ejecutivo y aún miembro del consejo, realizó una venta de acciones por valor de unos 3,1 millones de dólares el pasado 17 de diciembre. La transacción, que representa alrededor del 15% de su tenencia, se produjo justo después del anuncio de los cambios en la dirección. Los observadores interpretan este timing como una falta de convicción en las perspectivas a corto plazo del plan corporativo.
La gran apuesta: una escisión bajo la lupa
El contexto de estas ventas es un momento de transformación histórica para el conglomerado. La estrategia pasa por dividir el negocio en dos empresas independientes en la segunda mitad de 2026, un proceso que será liderado por el nuevo CEO, Steve Cahillane, a partir del 1 de enero de 2025.
Las dos unidades resultantes serían:
* Global Taste Elevation Co.: Un negocio orientado al crecimiento, con marcas líderes como Heinz Ketchup y Philadelphia.
* North American Grocery Co.: Una compañía centrada en la generación de caja, con productos consolidados como Oscar Mayer y Lunchables.
No obstante, el mercado aún no aprecia el valor potencial de esta operación. La incertidumbre sobre la compleja ejecución de la escisión y los riesgos del negocio de alimentación en Norteamérica están eclipsando, por ahora, los beneficios teóricos a largo plazo. La prueba de fuego para Cahillane será demostrar el próximo año que esta división puede realmente liberar valor operativo para los accionistas.
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