La acción de Intel protagoniza una de las recuperaciones más comentadas en los mercados durante 2025. Sin embargo, tras una subida meteórica, los inversores se preguntan si el valor aún tiene recorrido o si ha llegado el momento de tomar beneficios. El consenso en Wall Street se rompe mientras algunos apuestan por más ganancias y otros alertan de sobrevaloración.

Resultados sólidos frente a expectativas exigentes
Los números del tercer trimestre confirmaron un giro radical en la salud financiera de la compañía: Intel registró beneficios por valor de miles de millones de dólares, un contraste abismal comparado con las enormes pérdidas del ejercicio anterior. Este vuelco positivo se ha visto reforzado por dos pilares estratégicos: la alianza con Nvidia para impulsar su negocio de infraestructura de inteligencia artificial, y el respaldo económico mediante subvenciones gubernamentales e inversiones de SoftBank.
No obstante, el mercado mira ahora hacia adelante con escepticismo. La cotización acumula una revalorización superior al 52% en lo que va de año, premiando con antelación la ejecución del plan de transformación. Que el precio se mantenga aproximadamente un 16% por debajo de su máximo anual de 35,66 euros evidencia la prudencia que domina entre los inversores. Cualquier desviación en la estrategia podría pagarse cara.
La división de opiniones entre los grandes bancos
El debate sobre la valoración justa de Intel divide profundamente a los analistas. Por un lado, instituciones como Morgan Stanley, Truist y Benchmark han revisado al alza sus objetivos de precio tras los buenos resultados trimestrales, llegando a recomendar la compra. Consideran que los logros recientes validan definitivamente el cambio de tendencia.
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En la vereda contraria, entidades como HSBC han optado por rebajar su calificación sobre el valor, argumentando que el repunte ha sido excesivo ("overdone" en su terminología). Su preocupación principal reside en que los próximos anuncios corporativos carecerán de fuerza suficiente para impulsar further la cotización, dado que el mercado ya ha descontado gran parte de las expectativas positivas.
El negocio de fundición, el punto flaco del optimismo
El escepticismo alcanza su máxima expresión en el análisis de Citi, que mantiene su recomendación de vender Intel. Esta posición ha ejercido presión bajista adicional sobre la acción en sesiones recientes. El foco de las críticas se centra en el segmento de fundición (foundry), donde Intel pretende fabricar chips para terceras empresas.
Los analistas advierten que incluso la captación de clientes pesados del sector como Qualcomm, Apple o Broadcom podría decepcionar en términos financieros. La razón: para atraerlos, Intel probablemente se vería forzado a ofrecer precios muy competitivos que lastrarían sus márgenes de beneficio. De materializarse este escenario, se debilitaría uno de los ejes fundamentales de su transformación a largo plazo.
La tensión entre quienes ven a Intel como una oportunidad de crecimiento y quienes la consideran una burbuja en ciernes define el momento actual. La compañía necesita demostrar que su resurgimiento tiene bases sólidas y que puede sostener esta trayectoria positiva en un mercado cada vez más exigente.
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