El valor de Microsoft en el mercado se ha visto reducido en aproximadamente 350.000 millones de dólares tras una racha de ocho jornadas consecutivas en rojo, la más prolongada que registra la compañía en meses. Este fenómeno de ventas masivas ha estado impulsado por la creciente inquietud de los inversores respecto a los descomunales desembolsos que requiere el desarrollo de la inteligencia artificial. Sin embargo, en el ojo del huracán, Microsoft ha respondido con un movimiento estratégico audaz.

Mustafa Suleyman, máximo responsable de IA en la tecnológica, ha anunciado la formación de una nueva división consagrada a lo que denomina "superinteligencia humanista". Este planteamiento surge como un contrapunto deliberado a la carrera frenética y a veces descontrolada por alcanzar una Inteligencia General Artificial (AGI), priorizando en su lugar la creación de una tecnología segura, manejable y orientada al beneficio de la humanidad.
Una reacción comprensible en Wall Street
El periodo bajista se extendió desde la publicación de los resultados trimestrales a finales de octubre, con una caída acumulada del 8,6% a lo largo de esas ocho sesiones. No fue hasta el viernes cuando la acción logró un tímido respiro, cerrando con una ganancia del 0,2% y situándose en los 497,80 dólares. El malestar en el mercado es comprensible: los gastos de capital para construir la infraestructura de IA —que abarca centros de datos, chips de alta potencia y sistemas de energía— son cuantiosísimos.
Mientras algunos rivales adoptan un enfoque más prudente, Microsoft avanza con inversiones multimillonarias, una estrategia que, si bien es crucial para el futuro, ejerce una presión inmediata sobre sus márgenes y siembra dudas entre los accionistas.
Los tres pilares de la superinteligencia humanista
La nueva unidad, bautizada como "MAI Superintelligence Team", centrará sus esfuerzos en tres áreas fundamentales de desarrollo:
- Asistentes de IA avanzados para su aplicación en la vida cotidiana.
- Superinteligencia médica destinada a revolucionar el campo del diagnóstico.
- Avances en energías renovables mediante la aplicación de algoritmos de inteligencia artificial.
La estrategia de Microsoft parece clara: en un sector dominado por la prisa, la compañía elige destacarse mediante un compromiso con la responsabilidad, la seguridad y la utilidad para las personas. Esta postura podría reportarle importantes dividendos a largo plazo, tanto en la percepción pública como en un panorama regulatorio que se anuncia más estricto.
Los anuncios no terminaron ahí. Al día siguiente, Microsoft reveló una alianza con las empresas ADNOC, Masdar y XRG para crear agentes de IA que descarbonicen los sistemas energéticos y optimicen los procesos industriales. De forma paralela, presentó en Dubái la iniciativa "Elevate UAE", un programa de formación en competencias de IA para más de 250.000 estudiantes y 55.000 empleados gubernamentales.
Un contrapunto en transparencia y el apoyo constante de los analistas
Este despliegue de iniciativas contrasta con una decisión que ha pasado más desapercibida. El 7 de noviembre se supo que Microsoft, al igual que Meta y Google, no hará públicos este año sus informes anuales sobre diversidad en la plantilla. Un paso atrás en materia de transparencia que genera ciertas preguntas.
A pesar de la volatilidad reciente, el consenso en Wall Street se mantiene firme. La recomendación mayoritaria entre los analistas sigue siendo "Compra Fuerte", reflejando una confianza sólida en las perspectivas a largo plazo de la empresa. Las miradas están puestas ahora en la conferencia Microsoft Ignite, que se celebrará del 18 al 21 de noviembre, donde se anticipan nuevos detalles sobre la hoja de ruta en inteligencia artificial. La incógnita que persiste es si la reciente sangría bursátil fue una reacción exagerada o simplemente el primer capítulo de una corrección más extensa.
