La reconocida firma de calificación crediticia S&P Global ha modificado su perspectiva para Coca-Cola Consolidated, pasando de "estable" a "negativa". Esta decisión se produce inmediatamente después de que la embotelladora realizara una masiva recompra de acciones a The Coca-Cola Company por un valor de 2.400 millones de dólares. Como consecuencia de esta transacción, el nivel de deuda del principal embotellador de Coca-Cola en Estados Unidos se ha disparado, superando incluso el umbral que podría desencadenar una futura rebaja en su calificación crediticia.

Una transacción estratégica con impacto financiero
El pasado 7 de noviembre, Coca-Cola Consolidated anunció la adquisición de la totalidad de las 18,8 millones de acciones que poseía The Coca-Cola Company. Esta operación, valorada en 2.400 millones de dólares, pone fin a la participación directa del gigante de las bebidas en su embotellador estadounidense más importante. Para financiar la transacción, la empresa utilizó una facilidad crediticia a 364 días por 1.200 millones de dólares, con planes de refinanciar esta obligación en el futuro.
A pesar de la magnitud de esta operación, ambas compañías han reiterado que su asociación estratégica, con más de un siglo de historia, permanece intacta. Los acuerdos de distribución exclusiva en 14 estados garantizan la continuidad de la colaboración, si bien la situación financiera de Coca-Cola Consolidated se ha visto significativamente afectada.
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El análisis de S&P Global: Advertencia y expectativas
El informe de S&P Global destaca su preocupación por el considerable aumento del apalancamiento. La agencia proyecta que el ratio de deuda se sitúe en 2,6, una cifra muy por encima del límite de 2,0 que generalmente se considera aceptable para mantener la calificación actual de "BBB+". Este nivel de endeudamiento representa una seria amenaza para la nota crediticia de la empresa.
No obstante, el análisis no es completamente pesimista. S&P anticipa que Coca-Cola Consolidated podría reducir su ratio de deuda hasta aproximadamente 2,0 para el año 2026, y por debajo de este nivel en 2027. Este optimismo se basa en el sólido desempeño operativo de la compañía, que en el tercer trimestre reportó un incremento del 6,9% en sus ventas netas, alcanzando los 1.900 millones de dólares, junto con un crecimiento del 8,6% en sus beneficios operativos.
Implicaciones para los accionistas e inversores
En el corto y medio plazo, es previsible que la empresa experimente una reducción en su flexibilidad financiera. Resulta improbable que se embarquen en nuevas recompras de acciones o procesos de adquisición hasta que no logren situar su ratio de endeudamiento por debajo del crítico nivel del 2,0. Sin embargo, los dividendos anuales, que oscilan entre 70 y 80 millones de dólares, parecen mantenerse asegurados por el momento.
En los mercados, la cotización de la acción se encuentra aproximadamente un 11% por debajo de su máximo anual, lo que sugiere que los inversores ya han incorporado en el precio los riesgos asociados al aumento de la deuda. La incógnita fundamental que enfrentan los tenedores de valores es si la compañía conseguirá desapalancarse más rápidamente de lo previsto o si, por el contrario, deberá afrontar una degradación de su rating crediticio.
