El panorama para Advanced Micro Devices (AMD), antaño considerado el principal perseguidor de Nvidia en el lucrativo mercado de chips para IA, ha dado un vuelco preocupante. Una oleada de revisiones a la baja por parte de analistas de Wall Street está sacudiendo la confianza en la empresa, planteando serias dudas sobre su capacidad para desafiar la hegemonía de su rival.

Una sucesión de pronósticos desfavorables
El ambiente comenzó a enrarecerse en diciembre de 2024. El día 9, Bank of America inició la tendencia al rebajar su recomendación para la acción de AMD de "Compra" a "Neutral". Además, recortó su precio objetivo de 180 a 155 dólares. Su analista, Vivek Arya, argumentó que la compañía enfrenta una competencia cada vez más feroz y un potencial de ganancia de cuota de mercado limitado frente al dominio absoluto de Nvidia.
La semana siguiente, el 16 de diciembre, fue Truist quien redujo su objetivo a 155 dólares. Pero el golpe más contundente de ese mes llegó el 17 de diciembre desde Wolfe Research. Sus analistas advirtieron que los ingresos de AMD para 2025 podrían quedar unos 3.000 millones de dólares por debajo de lo previsto. Recortaron su pronóstico de ventas relacionadas con IA a 7.000 millones de dólares, calificando los avances de la empresa en este campo como "más débiles de lo esperado".
Morgan Stanley se unió al coro pesimista el 20 de diciembre, ajustando su precio objetivo a la baja, de 169 a 158 dólares. La razón principal que esgrimieron fue la abrumadora fuerza competitiva de Nvidia, que limita severamente las oportunidades de crecimiento de AMD.
La advertencia más severa: HSBC
Sin embargo, la noticia más impactante llegó el 8 de enero de 2025. HSBC ejecutó un inusual doble downgrade, pasando su recomendación directamente de "Compra" a "Reducir". Su ajuste en el precio objetivo fue drástico: de 200 a 110 dólares, lo que representa una caída del 45%. Los expertos del banco afirmaron que la hoja de ruta de AMD para sus chips de IA es "menos competitiva de lo que se creía", criticando específicamente la débil demanda de su GPU MI325 y expresando escepticismo sobre el próximo chip MI350.
Como consecuencia, HSBC recortó su previsión de ingresos por GPUs de IA para 2025, pasando de 12.300 a 8.100 millones de dólares. Esta cifra se sitúa muy por debajo del consenso de analistas, que se ubicaba en 9.500 millones de dólares. Según el informe, gigantes de la nube como Amazon están privilegiando el uso de sus propios chips desarrollados internamente o las soluciones de Nvidia, en detrimento de las ofertas de AMD.
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El desafío de enfrentarse a un gigante
El problema de fondo es claro y persistente: AMD no logra igualar a Nvidia en la carrera por la inteligencia artificial. Aunque la empresa mantiene sólidas relaciones con clientes clave como Microsoft, Meta y Oracle, la realidad operativa indica que estos mismos clientes destinan la mayor parte de sus presupuestos de inversión a la arquitectura premium Blackwell de Nvidia. Los analistas señalan, incluso, que Amazon ha comunicado abiertamente su preferencia por sus propios procesadores Trainium y por los chips de Nvidia.
El mercado ha castigado estos pronósticos. Solo en diciembre de 2024, la acción de AMD cayó un 11,9%. A lo largo de todo el año 2024, la acción acumuló una pérdida de aproximadamente un 18%, un desempeño negativo que se produjo a pesar de que la compañía presentó sólidos resultados trimestrales en octubre.
¿Quedan motivos para el optimismo?
No todo son nubarrones. AMD reportó para el tercer trimestre de 2024 unos ingresos récord de 6.800 millones de dólares, lo que supone un incremento interanual del 18%. Su segmento de Centros de Datos fue el más dinámico, con un crecimiento explosivo del 122%, alcanzando los 3.500 millones de dólares, impulsado por la demanda de sus GPUs Instinct y sus CPUs EPYC.
No obstante, el sentimiento en Wall Street se está enfriando. De un total de 54 analistas que cubren la acción, 44 mantienen aún recomendaciones de "Compra" o "Compra Fuerte". Sin embargo, la ráfaga de revisiones a la baja deja un mensaje inequívoco: las expectativas a corto plazo se han deteriorado significativamente. Las próximas cifras trimestrales, previstas para finales de enero, serán cruciales. La incógnita está en si AMD podrá silenciar a los escépticos o si, por el contrario, se confirmará la imagen de que no puede seguir el ritmo de Nvidia.
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