La acción de Intel ha experimentado una sacudida espectacular en Wall Street, alimentada por un rumor que, de confirmarse, supondría un giro estratégico de enorme calado. La especulación sugiere que Apple podría volver a confiar en la división de fabricación de semiconductores del gigante estadounidense, un movimiento que los inversores han recibido con un entusiasmo que se ha traducido en una subida de más del 11% en la semana.
Un posible acuerdo que cambiaría las reglas del juego
El origen del revuelo es un informe del conocido analista Ming-Chi Kuo. Según sus fuentes, Apple estaría evaluando seriamente la posibilidad de utilizar la avanzada tecnología de fabricación de Intel, concretamente su proceso "18AP". Este podría emplearse para los chips de la serie M de gama de entrada destinados a MacBooks e iPads, con una ventana de inicio tentativa para el año 2027. La magnitud del proyecto es considerable: se maneja un volumen de producción anual potencial de entre 15 y 20 millones de unidades.
Para Intel, lograr este contrato trascendería lo meramente comercial. Representaría una validación existencial de su costosa apuesta por competir en el negocio de la fabricación por encargo (foundry). La herida de 2020, cuando Apple anunció su divorcio de los chips de Intel para adoptar sus propios diseños fabricados por TSMC, sigue abierta. La vuelta del fabricante del iPhone sería el mayor espaldarazo posible a su estrategia de reconversión.
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Los desafíos en el horizonte
Sin embargo, el camino está plagado de obstáculos significativos. La euforia inicial se ha visto matizada por la noticia de que TSMC, el actual proveedor hegemónico de Apple, ha emprendido acciones legales contra un ex alto directivo. La acusación es la filtración de secretos comerciales a Intel, un caso que subraya la feroz rivalidad y la extrema sensibilidad tecnológica que define este sector.
Además, Intel tiene por delante la tarea de demostrar que puede cumplir con los exigentísimos estándares de calidad y eficiencia que Apple demanda, especialmente en lo referente al rendimiento de los obleas (yield). El plazo hasta 2027 es clave para que la compañía pruebe que su tecnología está a la altura. La presión financiera es un acicate ineludible: su división de foundry arrastra pérdidas operativas de miles de millones y la captación de un cliente de este perfil es casi una condición para alcanzar la rentabilidad.
Un mercado a la espera
Tras el fuerte repunte del viernes, algunos inversores optaron por tomar beneficios al inicio de la semana, un movimiento técnico habitual. No obstante, el sentimiento positivo ha remodelado el panorama gráfico del valor. Ahora, el mercado entra en una fase de espera a la espera de confirmaciones concretas. Todas las miradas están puestas en la próxima presentación de resultados trimestrales de Intel, prevista para finales de enero, donde los analistas buscarán con lupa cualquier comentario o dato que arroje luz sobre la materialización de este posible acuerdo sensacional.
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