Los resultados trimestrales de Nvidia han vuelto a superar todas las expectativas, pero la reacción en Wall Street ha sido sorprendentemente fría. El gigante de los chips alcanzó unos ingresos de 57.000 millones de dólares en el tercer trimestre de su año fiscal 2026, lo que representa un crecimiento del 62% interanual. Sin embargo, lejos de celebrarlo, los inversores han presionado a la baja el valor, que actualmente cotiza aproximadamente un 13% por debajo de sus máximos de octubre.
Un escenario de "comprar con el rumor, vender con la noticia"
El fenómeno que estamos presenciando parece un caso clásico de "sell the news". A pesar de que el negocio de centros de datos aportó más de 51.000 millones de dólares -cifras que habrían parecido imposibles hace apenas dos años- el mercado ha respondido con escepticismo. La normalización en las tasas de crecimiento, aunque todavía impresionantes, preocupa a los grandes inversores institucionales.
El verdadero desafío para Nvidia radica en la comparación con su historial reciente. Después de haber registrado incrementos de tres dígitos durante varios trimestres, un crecimiento del 62%, siendo extraordinario para cualquier otra empresa, representa una desaceleración relativa. Esto ha llevado a muchos gestores de fondos a tomar beneficios, especulando con que el auge de la inteligencia artificial podría estar alcanzando su punto máximo.
La amenaza competitiva se materializa
A finales de noviembre emergieron informaciones que han alterado a los inversores bullish de Nvidia. Meta estaría considerando utilizar los chips TPU de Google para partes de su infraestructura de IA. Esta no es una simple prueba tecnológica, sino una señal preocupante para el cuasi-monopolio de Nvidia en aceleradores de IA de alta gama.
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El modelo Gemini-3 de Google está demostrando capacidades competitivas con los líderes del mercado, lo que ha encendido las alarmas. Los grandes proveedores de cloud computing, conocidos como "hyperscalers", están intensificando sus estrategias de diversificación, desarrollando soluciones propias que podrían reducir su dependencia de Nvidia a medio plazo.
Divergencia entre analistas y mercado
Mientras el mercado muestra reservas, la comunidad analítica mantiene su optimismo. El precio objetivo medio se sitúa alrededor de 225 dólares, lo que implicaría un potencial alcista del 27% desde los niveles actuales. Además, un abrumador 92% de los analistas recomienda comprar la acción.
No obstante, la realidad en el parqué es bien distinta. La acción lucha por consolidarse por encima de los 180 dólares, revelando una clara discrepancia entre las proyecciones teóricas y el sentimiento real del mercado. Esta divergencia sugiere que los inversores están incorporando en el precio riesgos que los modelos analíticos no han terminado de cuantificar.
El momento crucial para el titán de la IA
Nvidia se encuentra en una encrucijada determinante. Sus fundamentales siguen siendo excepcionales y su posición de mercado continúa siendo dominante. Sin embargo, la bolsa ya no premia automáticamente los éxitos del pasado, sino que exige pruebas concretas de que la compañía puede defender su ventaja competitiva frente a rivales como Google.
La corrección del 13% desde los máximos no es casual, sino el reflejo de dudas crecientes sobre la sostenibilidad de su liderazgo. Que la acción logre una rally de fin de año o continúe su fase de consolidación dependerá fundamentalmente de la capacidad de Nvidia para disipar estas incertidumbres en un panorama competitivo cada vez más desafiante.
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