La acción de Nvidia se encuentra en un momento crucial tras el anuncio de una alianza estratégica de proporciones históricas con OpenAI, valorada potencialmente en hasta 100.000 millones de dólares. Este movimiento de largo alcance coincide, sin embargo, con operaciones de venta de acciones por parte de altos directivos de la compañía, generando un escenario de notable contraste para los inversores.

Resultados récord y dominio en inteligencia artificial
El contexto inmediato para este mega-acuerdo lo proporciona el extraordinario desempeño financiero de Nvidia. En el segundo trimestre, la división de centros de datos reportó unos ingresos récord de 41.100 millones de dólares, impulsando el volumen de negocio total hasta los 46.700 millones de dólares. Esta cifra representa un incremento interanual del 56%, consolidando la posición del gigante tecnológico como el claro beneficiario del auge de la IA.
El lanzamiento exitoso de los superordenadores de inteligencia artificial Blackwell, que ya en el primer trimestre generó ventas por valor de miles de millones, subraya la demanda insaciable por sus chips especializados. Este panorama de fortaleza operativa sienta las bases para la ambiciosa colaboración con OpenAI.
¿Deberían los inversores vender inmediatamente? ¿O vale la pena comprar Nvidia?
Los detalles de una asociación sin precedentes
El núcleo del acuerdo con OpenAI consiste en el desarrollo por parte de Nvidia de una infraestructura de IA colosal, con una capacidad de centros de datos de al menos 10 gigavatios. Esta capacidad equivale a la necesidad de millones de unidades de procesamiento gráfico (GPUs). Como contrapartida, Nvidia recibirá de forma gradual una participación accionarial en OpenAI, fortaleciendo aún más los lazos entre ambas empresas.
La primera fase del acuerdo, valorada en 10.000 millones de dólares, está vinculada a la finalización del primer gigavatio de capacidad, proyectada para la segunda mitad de 2026. Este modelo de colaboración proporciona a Nvidia una previsibilidad similar a la de un contrato de suministro a largo plazo, reduciendo su dependencia de los ciclos de pedidos de los grandes proveedores de servicios en la nube.
Operaciones de directivos en un momento álgido
En medio de este panorama estratégico tan prometedor, las transacciones de los insiders han captado la atención del mercado. El director Mark A. Stevens realizó una venta el 19 de septiembre, deshaciéndose de 350.000 acciones por un valor aproximado de 61,7 millones de dólares. Ese mismo día, la directora Persis Drell vendió 40.000 títulos, por los que obtuvo alrededor de 7 millones de dólares.
Estas operaciones se ejecutaron cuando la cotización se encontraba cerca de sus máximos anuales, planteando interrogantes sobre la visión a corto plazo de los ejecutivos. Mientras la compañía asegura perspectivas de crecimiento a largo plazo mediante proyectos de infraestructura de escala histórica, sus principales directores optan por materializar beneficios de forma inmediata. Esta divergencia entre la posición estratégica corporativa y las decisiones de cartera individuales refleja la compleja situación en la que se halla actualmente el valor de Nvidia.
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