El gigante energético español Iberdrola se encuentra en una encrucijada estratégica. Por un lado, avanza decididamente en su transformación digital con una migración masiva a la nube que sienta las bases para su futuro tecnológico. Por otro, enfrenta una creciente incertidumbre regulatoria en Estados Unidos, un mercado clave para sus ambiciosos planes de inversión. Esta dualidad define el momento actual de la compañía.

Modernización Tecnológica: Un Salto Hacia la Inteligencia Artificial
La compañía ha culminado recientemente uno de los proyectos de modernización IT más significativos del sector energético español, realizado en colaboración con DXC Technology. Este proceso estratégico ha supuesto el traspaso de los sistemas críticos de negocio a la plataforma en la nube Azure, representando un cambio fundamental en su operativa.
La magnitud de esta migración es considerable: más de 180 terabytes de información y en torno a 30 millones de líneas de código han sido transferidos desde obsoletos sistemas mainframe hacia una infraestructura cloud moderna. Esta transformación no solo permitirá optimizar costes y mejorar los procesos de automatización, sino que especialmente constituye la base tecnológica necesaria para el desarrollo de aplicaciones de inteligencia artificial, un factor competitivo crucial en el mercado energético internacional.
Incertidumbre Regulatoria en el Mercado Estadounidense
Mientras los departamentos técnicos celebran estos logros, la situación en Estados Unidos genera preocupación. A través de su filial Avangrid, Iberdrola mantiene una exposición significativa al mercado estadounidense de energía eólica marina, precisamente donde la administración Trump está mostrando una postura más restrictiva.
El gobierno norteamericano ha anunciado su intención de impugnar los permisos para los proyectos New England 1 y 2 de Avangrid. La relevancia de este desafío es capital: Iberdrola ha destinado 14.700 millones de dólares –equivalente a un tercio de su plan estratégico 2024-2026– específicamente para el mercado estadounidense. La persistencia de esta oposición política podría limitar sustancialmente las ambiciones de crecimiento del grupo en esta región.
¿Deberían los inversores vender inmediatamente? ¿O vale la pena comprar Iberdrola?
Queda por ver cómo evolucionará este escenario. El 24 de septiembre, durante su Investor Day, la compañía presentará a los inversores detalles actualizados sobre su estrategia en Estados Unidos. Existen especulaciones sobre una posible ampliación de las inversiones comprometidas hasta superar los 21.000 millones de dólares, una apuesta arriesgada dada la volatilidad del panorama político actual.
Expansión en Brasil: Refuerzo de la Infraestructura de Red
En paralelo, y con menor repercusión mediática pero igual importancia estratégica, Iberdrola continúa fortaleciendo su presencia en Brasil. Su filial Neoenergia ha finalizado la segunda sección de la línea de transmisión Alto Paranaíba, que incluye ampliaciones significativas en las subestaciones Arinos II y Paracatu IV.
Esta infraestructura, compuesta por 794 torres de 500 kV que abarcan siete municipios, incrementa sustancialmente la capacidad de transmisión entre los estados de Minas Gerais y São Paulo. Las fases restantes del proyecto están programadas para completarse antes de finalizar el año, consolidándose como un pilar esencial para la integración de energías renovables en la región.
Perspectivas de los Analistas: Entre la Precaución y la Esperanza
La comunidad financiera observa estos desarrollos con opiniones divididas. Algunas firmas como Bernstein y RBC mantienen sus recomendaciones "Neutral", mientras que Nykredit Bank ha revisado recientemente su posición a "Vender".
Estas valoraciones contradictorias reflejan la naturaleza dual del momento actual: por una parte, la impecable ejecución de la modernización tecnológica y los ambiciosos planes de expansión internacional; por otra, los considerables riesgos políticos en un mercado tan crucial como el estadounidense. La presentación a inversores de finales de septiembre será determinante para clarificar el rumbo de Iberdrola en los próximos ejercicios.
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